103. las posibles consecuencias
Miranda se remueve en la silla; por primera vez la sonrisa se le tambalea un poco ante mi tono cortante. Sus ojos me recorren la cara, como si estuviera buscando una grieta.
—Perdona, creo que no me he explicado bien —dice, suavizando la voz de golpe—. Solo intento advertirte de las posibles consecuencias. Mia es tu asistenta personal y, si este caso se pone más feo de lo que ya está, el barro puede salpicarte a ti también.
Me trago las ganas de dar un puñetazo en la mesa. Sé que Mia lo está oyendo todo y necesito mantener la sangre fría para no empeorarlo.
Mejor ironía que cabreo.
—Qué detalle por tu parte —musito, echándome hacia atrás en la silla—. A veces me pregunto si te pagan por ser abogada o por ser mi jefa de prensa.
—Te estoy diciendo que…
—Señorita Pierce —la corto en seco, harto ya de este jueguecito manipulador de mierda—. No me gaste la paciencia de golpe. —Señalo la puerta con la barbilla—. Si ya ha terminado con su análisis de salón, le sugiero que se lleve sus preocu