—Va a estar bien, ya pasó, ya terminó. Luna nunca podrá volver a hacer esto. Te lo prometo. —le dije mientras lo abrazaba más fuerte. Respiré profundo mientras ambos sollozábamos.
Ya había terminado, al menos por ahora. Aún quedaba decidir qué hacer con Luna. Presentía que tendría que responder ante las familias. Seguía convencida de que necesitaba ayuda profesional: debían encerrarla en una institución por todo lo que había hecho.
—¡LUNA, LUNA! —giré la cabeza y vi a Román corriendo hacia la ambulancia, así que me moví para interceptarlo y lo agarré para detenerlo.
—¡Suéltame, suéltame! —simplemente lo abracé más fuerte.
—¡Román, YA BASTA! —le grité hasta que se quedó inmóvil. Cuando me miró con los ojos muy abiertos, simplemente lo observé.
—No, no puedes estar aquí. ¡No, qué fue lo que hiciste! —me gritó en la cara. Eché el puño hacia atrás, le pegué y cayó al suelo. Entonces lo levanté agarrándolo.
—Ella misma se hizo esto. Román, te iba a matar. No te quería. Solo te estaba usando