—Puedo leerte como un libro, niña. No eres nada especial, y sé que tienes tus garras sobre mi hijo, pero aquí mando yo. Así que jugarás según mis reglas o te enviaré de vuelta con tu hermana en una cajita. ¿Me entiendes?
Parpadeé ante ella, apretando mis manos hasta convertirlas en puños.
Se levantó lentamente, colocó las manos sobre la mesa e inclinó su cuerpo hacia adelante, manteniendo sus ojos fijos en mí.
—Pregunté. ¿Me. Entiendes? —Pronuncia lenta y amenazadoramente.
Miré a Román y vi que me suplicaba con los ojos, por lo que contuve un épico giro de ojos y asentí con la cabeza.
—Sí, entiendo. —Respondí. Ella sonrió y volvió a sentarse.
—Bien, vamos al grano entonces. Estás aquí porque usaste a mis hombres para matar a tus abuelos y para escapar. Lo cual, por cierto, nunca autoricé. Y ahora buscas mi protección, no solo contra los Moretti y los Jackson, sino también contra La madre de la venganza, junto a todas las demás familias y clubes de motociclistas conocidos. ¿Es correct