Diego siempre ha sido un gran tipo, y me ayuda a mantenerme con los pies en la tierra. Sí, yo he matado por impulso, y él también, pero nos equilibramos mutuamente.
—Ya veo —se puso de pie y lo observé mientras se quitaba su camiseta negra y la dejaba caer al suelo. Alcanzó la hebilla de su cinturón y la desabrochó sin dejar de mirarme.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunté, mientras él se bajaba los vaqueros y se los quitaba. Se quedó en calzoncillos mientras caminaba hacia la gran bañera.
—Ayudándote —me dijo mientras se quitaba los calzoncillos. Debería apartar la mirada, pero no lo hice. Mantuve mis ojos en su rostro mientras entraba en el agua.
—Joder, mujer. ¿Qué tan caliente necesitas esto? —Me reí mientras él se metía en el agua frente a mí. Estaba resoplando y jadeando mientras se sentaba.
—Bebé llorón —le dije, provocándolo.
—No todos tenemos piel de dragón. Por Dios, tendré suerte si me queda algo de piel.
—Bueno, tú te invitaste solo a mi baño, así que aguántate —le dije mient