—Imbécil —dije mientras le salpicaba agua y él se reía con más fuerza.
—Los dos te queremos, Rebel. Yo te he amado desde que éramos niños y Dante, él te ha amado desde que empezaste a trabajar en esa cafetería —Dejé de salpicarle y me quedé paralizada. ¿Dante me conocía cuando trabajaba en ese infierno?
—¿Cuándo me viste allí? —Me giré para mirarlo y él me sonrió tímidamente.
—¿Recuerdas a un chico que iba a verte cuando trabajabas? Solo hablabas realmente con él. Nadie más captaba tu atención en ese lugar, bueno, aparte de Diego. Este chico pedía café negro y...
—Tostadas francesas con ensalada de frutas al lado, tocino crujiente, sirope de arce y huevos —le dije, y su sonrisa se hizo más grande.
—Así que sí te acuerdas. Soy Danny. Te he observado durante cinco años, Rebel. He estado enamorado de ti desde hace tiempo. Sabía quién eras cuando empezaste a protegerme. Nunca fue mi intención arrastrarte a esto y por eso, lo siento. Diego y yo queremos estar contigo. Es injusto pedirte que