Saqué mi pistola y la presioné contra su frente. Sus ojos se abrieron como platos y me dio cuenta de que la había cagado. Tenía su vida en mis manos, y ella lo sabía.
La empujé al suelo y trató de escapar, me resultó divertido verla arrastrarse hacia atrás sobre su trasero. Nunca hay que huir de un depredador. Nos encanta la cacería.
—Rebel, detente —ignoré la voz mientras daba otro paso. La habitación estaba en un completo silencio. Un movimiento en falso y le volaría la puta cabeza.
—¡Detente, Rebel, es una orden!
—No —levanté la pistola y quité el seguro justo cuando alguien se interpuso frente a ella. Con mi dedo en el gatillo, solo hacía falta un apretón y la perra y el bastardo que me habían jodido la vida estarían muertos. Sería libre.
Cuando sonó un disparo, salí de mis pensamientos y vi a Alessa de pie apuntando su arma al techo. Me miraba no con rabia ni lástima, sino con comprensión. Me quitó el arma de la mano y sentí que me desplomaba. Unos brazos fuertes me atraparon ante