"¿Has perdido la maldita cabeza? No lo haré. No la he tocado, ni a ella, ni a nadie en tres jodidos años, y no voy a empezar ahora Ángel". Explotó Salvaje, clavando su cuchillo en la mesa de caoba, aquella que tenía tallado un diablo alado montando una Harley.
"Vas a hacer esto, maldita sea. Tú nos trajiste a mi hija y a mí aquí, además, nos pusiste en peligro porque te acostaste con la perra equivocada. ¿O prefieres que te mate aquí y ahora?" Pregunté, al mismo tiempo que rodeaba la mesa y sacaba mi pistola, colocándola sobre la mesa.
"¡Fui violada por tu culpa! Pude haber perdido a mi hija por tu incapacidad para ver la maldita verdad. Solo piensas con tu pene y eso casi me mata. Así que pruébame, Salvaje, ¡maldita sea, te reto! Nunca te importé y creíste ciegamente sus mentiras, antes de acostarte con ella delante de mí, hasta la reclamaste, pero ahora lo pagarás caro". Mi voz se quebró, sin embargo, luché por contener las lágrimas mientras lo enfrentaba con la mirada.
"Haremos lo q