Capítulo 72
Regina se giró y, al verlo, la sorpresa se dibujó en su cara.

—¿No fuiste a trabajar?

—Hoy descanso. Fui yo quien llamó a la policía.

Regina se quedó desconcertada por un instante y luego, con premura, le agradeció sinceramente.

Luis le miró el cuello.

—¿Por qué no lo denunciaste?

Ella conocía las influencias de Maximiliano; aunque presentara una denuncia, él no pasaría mucho tiempo en la delegación. Además, no quería preocupar a los señores Valderrama; Maximiliano, al fin y al cabo, era su hijo.

No le dio esas explicaciones a Luis; en lugar de eso, le preguntó:

—¿Cómo sigues de tu espalda?

—Me puse el ungüento que dejaste en mi puerta. Estoy mucho mejor.

Asintió.

—Tengo que irme a trabajar, ya no te robo más el tiempo.

—¡Cuídate mucho!

...

A Regina le dolía la garganta. Buscó una mascada de seda, se la anudó al cuello para ocultar las marcas y luego tomó un taxi hacia la tienda.

En el trayecto, recibió una llamada de Maximiliano.

—¿Quién es ese tipo?

Ella apretó los labios, sin decir
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