El salón privado quedó en silencio al instante.
Jimena permanecía en el umbral, sin decidirse a entrar.
Pronto, otra voz se alzó:
—Oigan, Gabriel también andaba por ahí ayer. Dicen que fue a una cita a ciegas. Seguro no tiene nada que ver con Regina.
—¿Cómo creen que Gabriel se va a fijar en Regina?
—Si Regina ni siquiera pudo casarse con un Valderrama, ¡menos va a tener chance con los Solís!
—Regina será muy guapa y todo, pero dicen que Gabriel es muy reservado con las mujeres. Dudo que le interese un «florero» como ella.
La palabra «florero» desató otra oleada de risas contenidas en el interior.
—Pero bueno, ¿no es Jimena? ¿Qué haces ahí parada sin entrar?
Una voz la sorprendió por la espalda.
Jimena se asustó y soltó la manija de la puerta al instante. Al voltearse, vio a un joven de cabello teñido de rubio plantado detrás de ella con aire bravucón. Lo reconoció como uno de los acompañantes habituales de Maximiliano. Apenas pudo articular:
—Vine a buscar a Max.
—¡Ah, conque buscas a