Al escuchar eso, Regina sintió que la sangre se le subía a la cabeza; jamás imaginó que Gabriel se atreviera a decir algo así frente a Joel.
La relación entre ellos era más que obvia. Joel observó el gesto de celos en la cara del otro hombre, pero mantuvo una sonrisa amable.
—Creo que tú y el señor Solís tienen algo que hablar. Será mejor que no los interrumpa.
A Regina le subía y bajaba el pecho con furia contenida. Se volvió hacia él.
—Lo siento mucho. Por favor, vete tú solo hoy. Ya buscaré el momento para explicarle todo a mi mamá.
Joel asintió y cerró la puerta del copiloto. Regina vio cómo el auto se alejaba. Entonces, levantó la cara y lo enfrentó con una mirada hostil, con el enojo marcado en cada facción.
—¡Suéltame!
No se había ido con ese tipo. Y por sus palabras, Gabriel entendió que su relación no era lo que él había imaginado.
Eso mejoró un poco su humor, así que la soltó y suavizó el tono.
—¿A dónde quieres ir hoy? Yo te acompaño.
Regina lo ignoró. Sin decir nada, caminó