—No, mamá, no te preocupes. Voy a tardar un rato, adelántense si tienen hambre, yo…
—¿Cómo crees que me voy a ir a comer y te voy a dejar aquí sola? Además, este hotel es enorme, te vas a perder. Es mejor que vengas con nosotros, no me quedo tranquila si te quedas arriba.
Sin importar lo que su hija dijera, Alicia se negó a dejarla sola. Regina sintió fastidio.
—Bueno, entonces espérenme un momento. Me arreglo rápido y salgo.
—Claro. Arréglate y, en cuanto termines, bajamos todos juntos a desayunar.
Después de colgar, Regina vio que Gabriel ya estaba vestido, de pie junto a la cama, observándola.
—¡Voltea para otro lado! —le dijo con dureza.
Gabriel observó su furia. Tomó un cigarrillo y un encendedor, lo prendió y fue a sentarse en el sofá, dándole la espalda.
Por suerte, ya se habían bañado después de estar juntos. Él mismo la había secado y la había llevado de vuelta a la cama. Estaba limpia, no necesitaba bañarse de nuevo. Lo que sí le tomó bastante tiempo fue cubrir las marcas de