A las siete de la noche, Leo llegó a casa. Al encender la luz, notó que la sala estaba vacía. Fue directo a la recámara y, al abrir la puerta, se encontró con una oscuridad total. Las cortinas estaban corridas, pero un débil resplandor del exterior dejaba entrever la brasa de un cigarrillo.
Encendió el interruptor y entonces lo vio, sentado en el sofá. Sebastián no pareció percatarse de su presencia; ni siquiera se movió, siguió fumando.
Leo se acercó con la cena en la mano y, en su tono de siempre, le soltó en broma:
—¿Así que te fuiste a probar trajes de novio con Regi?
Sebastián arrugó la frente y levantó la mirada hacia él.
—¿Y tú cómo sabes?
—Pues porque les tomaron fotos entrando a la boutique. Ya es tendencia en todos lados.
Leo dejó las cosas sobre la mesa, sacó el celular del bolsillo, abrió redes sociales y se lo pasó. Sebastián vio la foto.
—Laura me acaba de llamar —continuó Leo—. Quiere saber si vas a publicar un comunicado para hacerlo oficial. Total, ya todo el mundo sab