El teléfono sonó un buen rato antes de que contestaran. Para entonces, Andrea ya no podía contener su enojo.
—¿A ti qué te pasa? ¿Quieres que terminemos o qué?
—¿Pasó algo?
—¿Por qué no me contestas los mensajes?
—He estado ocupado, a lo mejor no lo vi.
Andrea, incapaz de contenerse, dijo con un tono cortante:
—No, pues qué bien. Ni siquiera tienes tiempo para contestarle un mensaje a tu novia. ¡Felicidades por ser un empresario tan exitoso!
—Es que no vi que me mandaras nada.
—¡Te mandé una foto!
—¿Cuál foto?
Furiosa, Andrea abrió el chat y buscó la conversación. Cuando se disponía a tomar una captura de pantalla para enviársela, se dio cuenta de que el último mensaje en su chat con Daniel era un saludo de hacía una semana.
La foto que le había enviado no estaba ahí. Se preguntó si no se había enviado.
Se dispuso a enviarla de nuevo, pero en ese momento vio un mensaje de su hermano.
“¿Regina se va a casar?”
A Andrea le latió el corazón con fuerza. Abrió la conversación y confirmó sus