El hombre frente a él no dijo nada, su expresión era indiferente. Sebastián lo observó. Gabriel se mostraba tranquilo, con una actitud impenetrable que dejaba claro el propósito de su visita.
—¿Qué quieres?
Gabriel dejó la taza sobre la mesa y, sin decir nada, deslizó un cheque sobre la superficie. Sebastián bajó la mirada. Era un cheque en blanco.
Rio por lo bajo, con desprecio.
—¿Y esto qué significa?
—Deja a Regina. Pide lo que quieras, te lo voy a dar.
Sebastián tomó el cheque y lo hizo pedazos sin dudarlo.
—No me falta el dinero.
Lanzó los trozos de papel al aire y se puso de pie, listo para marcharse.
—No puedes protegerla.
Sebastián se detuvo en seco.
—Tus fans no han dejado de acosarla. Tu madre biológica la está difamando en internet. Y sabes que no es la primera vez que pasa algo así, ni será la última. Si se casa contigo, nunca va a ser feliz.
Gabriel lo dijo con una seguridad absoluta. Sebastián apretó los puños y se volteó para encararlo.
—¿Y contigo qué? Se casó contigo y