Regina no se atrevió a abrir la puerta. Miró por la mirilla un momento, pero como no vio movimiento alguno, regresó a su habitación.
Esa noche tuvo un sueño intranquilo. Entre el sonido intermitente del timbre y las pesadillas que la asaltaban, la noche se le hizo eterna. Al despertar, sentía pesadez.
Llamó a la caseta de seguridad y, después de revisar las grabaciones, le informaron que alguien había subido a su piso la noche anterior. En su edificio solo había un departamento por piso. Furiosa, llamó a la policía.
La policía actuó con rapidez y no tardó en detener a los responsables. Eran dos chicos de secundaria.
Se identificaron como fans de Sebastián. Regina sintió una enorme impotencia al enterarse. Siendo menores de edad, lo único que se podía hacer era darles una advertencia y entregárselos a sus padres.
Los padres se ofrecieron a pagarle los gastos de limpieza. Pero eso no resolvía el problema de fondo.
Su departamento ya no era un lugar seguro; había perdido toda su privacida