—¡Maximiliano!
Alicia, consumida por la rabia, volvió a levantar la mano.
Jimena se apresuró a intervenir.
—Señora Valderrama, Maximiliano es su hijo, ya no es un niño. No puede seguir tratándolo así, ¡no está bien!
—¡Estoy educando a mi propio hijo! ¿Qué tiene que ver contigo?
Jimena se giró hacia Regina.
—Regi, ¿vas a quedarte ahí mirando cómo se pelean madre e hijo, cómo arman un escándalo irreparable? ¿Eso te hace feliz?
Regina se levantó y se acercó.
—Señora Valderrama, los sentimientos no se pueden forzar. Ya le había dicho que tengo novio. No siento ya nada por él.
Al escuchar esto, el semblante de Maximiliano se endureció todavía más.
Alicia miró a la joven, con el corazón encogido de pena.
—Ay, mi niña, ¡otra vez te hice pasarla mal!
Regina lo negó. Hizo una breve pausa antes de añadir:
—Señora Valderrama, creo que ya es hora de que me vaya.
A Alicia no le gustó la idea.
—Pero si acabas de llegar…
El timbre de un celular interrumpió la conversación; el sonido provenía del bols