En el cruce, Sebastián dio un volantazo.
—¿Por qué diste vuelta? —preguntó Regina, confundida.
—¡Nos están siguiendo!
Pisó el acelerador.
Regina se puso nerviosa y, por instinto, volteó a ver hacia atrás. A esa hora el tráfico era denso y las luces de los demás carros lo inundaban todo, haciendo imposible distinguir qué vehículo los seguía.
Sin embargo, cuando Sebastián aceleró, una camioneta se les pegó por detrás, sin darles tregua. Regina alcanzó a ver que alguien adentro les apuntaba con una cámara con un lente enorme.
Eran paparazzi.
Era plena hora pico, así que el carro no tardó en quedar atrapado en el tráfico. Sebastián sacó su celular y marcó un número.
—Me están siguiendo unos paparazzi. Estoy por la avenida Ruiz, ¡ven rápido!
Regina escuchó la tensión en su voz y supo que el problema era serio. Ninguno de los dos dijo nada. En cuanto el tráfico comenzó a moverse, avanzó.
No contaban con que el carro de adelante se metiera en sentido contrario para dar una vuelta.
—¡Pum!
Un