—No pasa nada. Ya que te desocupes, nos ponemos de acuerdo.
Regina respondió con un murmullo suave. Ahora, el simple hecho de escuchar la voz de Sebastián la hacía sentir muy feliz. Estuvo a punto de que le pasara algo grave esa noche. Al recordar ese momento, una decisión comenzó a tomar forma en su mente.
—Sí vas a venir al concierto, ¿verdad?
No era la primera vez que se lo preguntaba. Ella sonrió y le devolvió la pregunta:
—¿Será que me tienes preparada alguna sorpresa?
—Ese día te lo diré.
—Está bien —dijo ella, y añadió—: Claro que iré.
Con unos días más de reposo, su pie estaría como nuevo. Después de platicar un rato, se sentía mucho mejor. Colgó el teléfono con una sonrisa, sintiéndose genuinamente contenta.
***
Andrea solo podía ir a verla por las noches para hacerle compañía. Así que Regina se encargaba de su propio desayuno. El hospital tenía un servicio de comida a la habitación, así que podía pedir lo que quisiera. Y la comida era bastante buena.
Aunque no era barato, pen