Lo que Mónica más odiaba era que, salvo por su origen, Regina no podía compararse con ella en nada. Y, sin embargo, era precisamente ese origen lo que le garantizaba que, sin hacer nada, sin esforzarse en lo más mínimo, siempre habría alguien dispuesto a ayudarla: la familia Valderrama y la familia Solís; Maximiliano y Gabriel; todos estaban a sus pies.
Sabía bien que, con un escándalo de esa magnitud, Gabriel tenía que haber intervenido. Movió sus influencias para atacarla, para proteger a Regina, y en el proceso destruyó el trabajo de su vida. ¡Cómo podía ser tan cruel!
—Mónica, tienes que retirar esa película. Ya no hagas más, te lo pido como tu madre. Si este escándalo sigue creciendo, no nos va a traer nada bueno a ninguna de las dos.
Ella se mantuvo indiferente, sin intención de ceder.
—Acabo de ver al hijo mayor de los Figueroa saliendo de este hotel —dijo Mariana—. ¿Estuvo contigo anoche?
La intuición de una mujer rara vez falla, y su madre no era ninguna ingenua. Si los Figuer