Mónica fue la primera en reaccionar. Le dedicó una sonrisa cálida y familiar para saludarlo.
—¡Gabriel, qué sorpresa verte aquí!
Él le dedicó una mirada indiferente, que se extendió también a Andrés, quien estaba a su lado. Gabriel no le hizo el menor caso. Sabía que a Regina le molestaba que hablara con Mónica, y no quería arriesgarse a que se enojara.
Sin embargo, ella ya estaba furiosa. Se dio la vuelta y le dedicó una sonrisa radiante. Gabriel creyó que su indiferencia hacia Mónica la había complacido. Pero entonces, lo llamó:
—Cuñado.
Sintió que lo partió un rayo.
Lo dijo en voz lo suficientemente alta para que su llamado provocara un silencio absoluto a su alrededor. Todos ya estaban pendientes de ellos, y en su círculo, todos conocían la historia entre Regina y Mónica. Muchos, además, habían presenciado la escenita anterior. Él la miró con dureza.
—¿Cómo me llamaste?
—Te llamé cuñado, ¿qué pasa? ¿No te vas a casar con mi hermana? Ella misma lo dijo, ¡y todo el mundo la escuchó!