Sebastián Sáenz tampoco veía a Regina por ningún lado. Sabía que Gabriel solo había venido por ella y, si no la encontraba, le iba a reclamar por haberlo hecho venir en vano. Victoria le dedicó una mirada rápida a Gabriel.
—Todavía no.
Bajó la vista para admirar el reloj en su muñeca y añadió con indiferencia:
—Pasó algo hace rato. Le pedí a Lisa que se quedara con ella. Están por allá, en la zona de descanso.
Gabriel se dirigió hacia allá.
***
Regina estaba sentada en un sofá, disfrutando de un postre. Había que admitirlo, los pasteles de ese lugar eran mucho mejores que los de cualquier otro sitio; hasta tenían láminas de oro. Qué bien se sentía tener dinero. Al pensar en los más de diez encargos importantes que había conseguido, se sentía tan bien que hasta el apetito se le había abierto.
Después de terminar, se levantó para elegir otro. Gabriel la observó en silencio desde la distancia mientras ella, sola, llenaba su plato con varios trozos de pastel. La tensión en su frente se dis