Como Victoria fue tan amable con Regina, Lisa no se despegó de ella. Las amigas más cercanas de Lisa también se acercaron a sentarse con ellas.
Ese día, ella llevaba puesto el juego completo de joyas que Regina le había diseñado. Aunque no eran de una marca de lujo, combinaban a la perfección con su vestido de gala, sobre todo un enorme rubí de color sangre que se veía de una calidad excepcional.
Gracias a la campaña de publicidad del sitio web, la tienda en línea de Regina había empezado a ganar notoriedad. El hecho de que hasta una superestrella como Sebastián Rivas le hubiera encargado joyas personalizadas había cambiado la percepción de la gente. Ya no la miraban por encima del hombro.
Además, sus precios eran mucho más bajos; por piezas similares, cobraba menos de la mitad que las marcas de alta gama. Si Lisa se atrevía a usarlas, ¿por qué ellas no? ¡Si hasta la misma Victoria acababa de decir que quería encargarle un collar!
La señorita Salinas era el referente de estilo en la al