Vio las dos llamadas perdidas de hace un momento. Su mirada bajó hasta el registro de llamadas de ayer.
Así que por eso salió tan de prisa… para ver a Mónica.
¡Seguía en contacto con ella!
«¿Qué hicieron anoche?»
«¿Qué se puede hacer de noche?»
Regina sintió un impulso tan fuerte de estrellar el celular contra la pared que apenas pudo contenerse, pero se obligó a dejarlo donde estaba.
Gabriel abrió la puerta del baño y, al ver a Regina todavía acostada, se acercó y se sentó en el borde de la cama. Extendió la mano para acariciarle la cara.
—¿Estás muy cansada?
Ella esquivó su caricia.
Gabriel supuso que seguía molesta por lo de antes.
Retiró la mano, y una sonrisa se dibujó en sus labios.
—Voy a pedir el desayuno. Tú descansa otro rato, yo te aviso cuando llegue.
Regina no le respondió.
Él se levantó y cerró la puerta al salir.
En cuanto se fue, ella abrió los ojos y las lágrimas brotaron sin control.
***
Durante el desayuno, Regina permaneció en silencio.
Gabriel no pareció notar nada