Capítulo 198
Regina tenía unos ojos preciosos. Cuando estaba contenta, se arqueaban en una sonrisa que contagiaba alegría a cualquiera. Pero en ese momento, los tenía inundados de lágrimas, con el blanco enrojecido por el llanto incesante que dejaba al descubierto su tristeza.

Gabriel la observó así y sintió piquetes en el corazón. Se desabrochó un botón de la camisa y se apartó de ella.

Poco después, se escuchó el sonido de una puerta al abrirse y cerrarse.

Se había ido.

Ella se levantó, se arregló la ropa, se secó las lágrimas y continuó guardando sus cosas en la maleta.

Gabriel bajó, subió a su carro y se sentó en el asiento del conductor a fumar. Desde ahí, vio a Regina salir del edificio arrastrando su maleta.

Ya había caído la noche y un viento fuerte levantaba hojas y ramas del suelo. Parecía que iba a llover.

Él arrugó la frente, pero de todos modos encendió el motor y la siguió a una distancia prudente.

Regina caminaba muy despacio, llorando mientras arrastraba la maleta, sin darse cuenta
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