La primera en protestar fue Lisa.
—¿No que nos ibas a presentar a Gabriel? ¡Dijiste que lo traerías y no cumpliste!
Regina explicó:
—Íbamos a venir juntos, pero le llamaron del hospital. Al parecer, un paciente se puso muy grave y solo él podía operarlo, así que le dije que se fuera.
Su amiga se sorprendió un poco.
—¿En serio? ¿Tan importante es?
Alguien más a su lado respondió por ella:
—Es el jefe de cardiología. ¡Él fue quien operó al papá de Gisela!
—¿En serio?
Miró a Gisela, atónita.
Ella forzó una sonrisa.
—Sí, es muy reconocido como cirujano.
Lisa solo sabía que Gabriel era doctor, pero no que fuera cirujano, y mucho menos un cardiólogo. Una operación de corazón era un asunto de vida o muerte. Como no era una persona irrazonable, decidió comprender la situación.
—Bueno, está bien. Una emergencia es una emergencia. Además, invitarnos aquí al Hotel del Prado demuestra tu buena fe, así que ya no estoy enojada.
—Se los presento sin falta a la próxima.
—¿O sea que nos vas a invitar o