Al entrar al comedor, vio que ya casi no quedaba gente; había mesas vacías por todas partes.Mateo, muy amable, acompañó a Regina a servirse. La comida era tipo buffet, tanto carne como verdura, costaba lo mismo según el peso.
Solo que ya casi no quedaban guisos de carne, la mayoría de las opciones eran verduras. Aquel cerdo salteado tan rico que había mencionado Mateo ya se había terminado, y del pollo asado con nuez solo quedaban piezas con poca carne, como alitas.
Regina se sirvió un poco de berenjena, coliflor y alguna otra verdura, además de un trozo de pescado frito.
Mateo pagó por ella con su tarjeta.
En una mesa de cuatro, Mateo se sentó junto a Gabriel.
Regina se sentó frente a Mateo. A su lado había un lugar libre, donde ya había una bandeja con comida.
—¿Y la doctora Márquez?— preguntó Regina.
Mateo señaló con el mentón.
—¡Ahí está!—
Regina siguió la dirección indicada y vio a Elena esperando junto a una ventanilla.
Al poco rato, llegó con un tazón humeante de arroz y lo dejó