El bosque se extendía sombrío, cubierto por un velo de niebla que se movía como un ser vivo entre los troncos. Los pasos del grupo resonaban apagados sobre la hojarasca húmeda, apenas un murmullo que se confundía con el susurro del viento.
Lyra caminaba junto a Ragnar, con el corazón latiendo con fuerza. Se supone que iban para una reunión con los líderes de la manada Sur pero ellos propusieron ir a terreno neutral. La idea del Libet le daba un presentimiento extraño. Después de largos minutos de silencio, finalmente alzó la voz.
—Ragnar… ¿estás seguro de que ellos realmente llegarán a ese lugar?
El Alfa de hierro mantuvo la mirada al frente, la mandíbula tensa. Tardó un par de segundos en responder.
—No —admitió con crudeza—. Conozco a Bertulf. Si aceptó reunirse en el Libet, fue solo para distraernos. Hará todo lo posible para no enfrentarse a nosotros. Estoy seguro de eso.
Lyra sintió un escalofrío.
—Entonces, ¿vamos en vano?
—Quizás —Ragnar giró la cabeza hacia ella, sus ojos bril