El amanecer en la manada Norte solía ser pacífico, pero para Lyra desde que había empezado su entrenamiento era un constante recordatorio de inquietud y fracaso.
Por la mañana después de dejar a Jordan, ella y Ragnar iban al campo de entrenamiento, el primer día fue algo emocionante, Ragnar hizo que volviera a recordar los ejercicios básicos, pero conforme iban avanzando las cosas se volvián más difíciles y pronto llegó a su límite y su pesadilla se hizo realidad cuando no pudo hacer emerger a su loba dorada.
—Concéntrate, Lyra —le dijo Ragnar con voz firme, aunque sus ojos reflejaban paciencia—. Escucha a tu loba.
Lyra cerró los ojos, respirando profundo, intentando conectar con esa fuerza que sabía que habitaba dentro de ella, aunque hace más de un año que no conectaban por toda la situación del embarazo y el bebé, ahora necesitaban volver a ser una. Sin embargo, lo único que sintió fue silencio. Su cuerpo temblaba de esfuerzo, sus manos se apretaban, y sin embargo, nada sucedió. S