El sol apenas estaba saliendo por el Este cuando Jennek salió de la clínica. Los últimos dos días habían sido una prueba dura, pero al fin Ava descansaba tranquila. Le habían hecho varios exámenes que no entendía muy bien, pero él se daba cuenta que su respiración era más tranquila y su color empezaba a regresar, la noche anterior despertó y había pedido comer, le dieron algo de sopa y luego dijo que no se había llenado. Jennek casi saltaba de la alegría. La Flor… esa flor misteriosa realmente había hecho un milagro.
—Deberías ir a casa —Alona habia insistido esa misma mañana.
—No me voy a mover de aquí, lo sabes —le había respondido él —. Mi hija es primero.
—Sé que tu hija es primero, pero deberías cuidarte un poco, ir a casa, comer algo decente —señaló —. Recuerda que si tu no estás bien, no las vas poder cuidar.
—He comido bien, eso no importa.
Alona lo miró, estaba decidido a seguir ahí, se había mantenido al lado de su hija todo el tiempo, Elia iba y venía de la casa de sus a