—Viste sus ojos, tiene un lobo —expresó Ragnar siguiendo a su hermana.
Alona negó.
—Yo no vi nada, Ragnar.
—Ella tenía los ojos dorados.
—¿Dorados? —dudó Alona —. Deberían oscurecerse si fuera un lobo.
Ragnar apretó la mandíbula, aunque su hermana tuviera la razón porque cuando el lobo surge, los ojos se oscurecen, pero lo importante era que sus ojos habían cambiado de color, estaba completamente seguro que ningún humano podía hacer eso.
—Cambiaron de color, Alona —aclaró —. No crees que deberíamos enfocarnos en eso.
Alona dejó el frasco a un lado y lo vio a los ojos, cuando su hermano tenía una idea en la cabeza no había ningún poder en este mundo que lo detuviera a demostrar que tenía razón, muchas de esas ideas lo habían llevado a poner su vida en peligro.
—¿Qué es lo que buscas con esto, Ragnar? —cuestionó.
—Dijo que no tenía lobo, ¿por qué lo ocultaría?
—Es la misma pregunta que yo me hago —explicó ella —. Lyra dijo que no tiene lobo, además, si tuviera uno se hubiera po