El silencio era tan espeso que se podía sentir.
La cueva entera parecía contener el aliento mientras Lyra y Danika se preparaban para partir. Habían reunido lo poco que tenían, especialmente cosas que los vampiros les habían dado, agua, comida, una ropa extra, de todos modos ellos no lo usaron y seria un desperdicio, lo mejor era que Danika y Lyra se lo llevarán.
Los vampiros que las acompañarían esperaban cerca de la salida. Siete de ellos, escogidos personalmente por Elijah, no eran guerreros formidables, la mayoría había fallecido, pero habían entrenado y sabían lo básico en rastrear, pelear y sobre todo… sobrevivir. Ninguno se tomó la molestia de hablar. Solo observaban, con la mirada atenta a las lobas, de regreso pasarían por sangre, aunque Lyra les había dicho que les daría suministros de su manada e incluso un refugio, que ahora podrían estar bajo su protección, no le creían, en este último año habían aprendido a no tener esperanza.
Lyra se detuvo antes de subir las escaleras