Los días pasaron, se podían sentir a pesar de que estaban dejado de la tierra, por la húmedad dentro, Lyra y Danika sabían cuando era de día y de noche afuera, aunque no contaron los días que estuvieron ahí abajo. La herida de Lyra ya casi había sanado. A veces, al tocar la piel donde antes estuvo abierta, sentía una punzada leve, apenas un recordatorio de todo lo que había pasado.
Su cuerpo estaba curado, pero su mente seguía un poco atrapada en la oscuridad de aquella cueva, incrédula cuando sus recuerdos volvieron y vio claramente a ese lobo clavando su mordida feroz en su brazo, a los otros lobos atacando a los suyos, siempre creyó que los lobos eran amigos, que no se atacaban, eran las otras especies sus enemigas, pero habían intentado quitarle la vida.
A pesar de esos recuerdos, dormía mejor. Las pesadillas se habían ido, y desde hacía noches no volvía a sentir la presencia de la loba dorada. Era como si su espíritu se hubiera apagado o se escondiera muy dentro de ella, esperand