Capítulo 3
Carlos

¡Está llena de laceraciones y moretones! ¿Quién demonios sería capaz de hacerle algo así? ¿Y por qué siento que debo ir a buscar a ese malnacido y darle su merecido? Ella es tan frágil, tan delgada, ¿quién podría querer dañarla, y por qué?

—Por favor dime quién fue él que te lastimó de una manera tan cruel y cobarde, pequeña. —no quería gruñir, pero no pude evitarlo.

No soy un hombre blando. De hecho, estoy acostumbrado a que me respeten, no a mimar a las Omegas. Pero ella no parece asustarse, incluso parece ignorarlo completamente.

—¿Quién no? —me preguntó, y se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa— Mira, te traje algo de comida. No es mucho, pero necesitas recuperar tus fuerzas.

Siguió hablando, mientras desenvolvía su pequeño paquete y me lo daba como una ofrenda. Aparentaba que no era nada, pero con solo ver que estaba tan herida, supuse que debía dolerle mucho. Sin embargo, era como si ya estuviera acostumbrada a ese tipo de dolor, y eso no me gustó para nada.

—Te hice una pregunta y estoy esperando una respuesta. —mi tono era firme y no daba lugar a discusión, pero logré controlar mi aura para que no se notara. No estaba acostumbrado a ser ignorado.

Ella suspiró, irritada y un poco resignada.

—La hija del Beta me odia. Bueno, todos me odian, pero ella me detesta más que los demás. Parece como si su misión en la vida fuera lastimarme cuando nadie la ve. Sus amigas no tienen problemas en unirse a la diversión y hoy fue peor que de costumbre. Ahora, déjame revisar el golpe que tienes en la cabeza.

—Eso puede esperar. Dime por qué afirmas que todos te odian —era evidente por su casita y su falta de comida, que no la cuidaban bien en la manada. Eso era imperdonable, y quería saber por qué.

—No tengo lobo —me respondió mirando hacia otro lado, su cara se puso tan roja como un tomate—. Soy una vergüenza para ellos.

—Ya veo... —por dentro estaba furioso, pero mantuve mi expresión neutral. Desde que la conocí, supe que no tenía lobo. No tener lobo era algo muy raro, aunque pasaba de vez en cuando. No era nada de lo que avergonzarse. Cualquier buen Alfa debería cuidar a todos los miembros de su manada por igual.

Mi lobo gruñó con odio, empujándome a consolarla, pero no quería que ella se encariñara conmigo. Aún no sabía su nombre, ni ella el mío, y era mejor que nos quedáramos así, de igual manera, no podía quedarme mucho tiempo.

—¿Y la hija del Beta? ¿Cuál es su problema? —insistí por más información. No por preocupación por ella, sino porque todo lo que me revelara podría ser útil para mi misión.

—No le gusta que el hijo del Alfa, Marcos, sea amable conmigo. Ella ha decidido que él le pertenece y quiere que me aleje de él. Piensa que estoy tratando de seducirlo o algo así. Lo que es una bobada —dijo de forma adorable—, casi ni puedo hablar cuando está cerca. Me pongo toda torpe, eso solo podría funcionar si le gustaran las estúpidas. Y de todos modos, no es como si él considerara salir con alguien como yo.

—Emm... vale —respondí—. No parece que tengas problema en hablar conmigo.

—Hablar contigo es fácil, eres bueno escuchando —siguió charlando sin perder el ritmo—, de todos modos, Dafne está loca y lamentablemente, yo soy su objetivo.

—Tal vez sería prudente alejarse del hijo del Alfa si eso la hace enojar —sugerí lo obvio, pero esa pequeña no estaba de acuerdo.

—¡De ninguna manera! Es la única persona en esta manada que ha sido amable conmigo, y no me voy a alejar para salvar mi propio pellejo —confesó—. Además, pasar tiempo con él, aunque sea breve, es la mejor parte del día. Y es muy lindo.

Tuve que contener el gruñido que casi se me sale cuando escuché eso. ¿Por qué debería molestarme que ella no tuviese instinto de supervivencia, y perdiera su tiempo con un hombre como Marcos Sloane? Por lo que sabía de él, no era bueno para ella, pero no era mi responsabilidad decírselo.

—¡Oh! ¡Adivina qué! —exclamó, sin esperar una respuesta— ¡Mañana es el gran concurso para decidir quién será la nueva Omega Principal de la casa de la manada! ¡Yo voy a competir! Si me eligen, trabajaría dentro de la casa todos los días, en lugar de estar en el campo bajo ese calor insoportable. Pero lo mejor es que estaría trabajando cerca de Marcos, asegurándome de que todo esté perfecto para él. Pasaríamos mucho tiempo juntos, eligiendo menús para las cenas de la manada, revisando su agenda, asegurándonos de que tenga todo lo que necesita para las reuniones y esas cosas. ¡Sería un sueño hecho realidad para mí!

Esta vez, un gruñido se me escapó. Por alguna razón, la idea de que pasara tiempo con ese hombre me molestó muchísimo. Realmente necesitara que las heridas sanaran rápido para poder irme antes de que esa pequeña omega me terminara domesticando.

Ella se asustó un poco al escucharme rugir, y me sentí culpable.

—Perdóname, por favor. No voy a hacerte daño, pequeña.

—Lo sé, no tengo miedo de ti. Eres mi amigo —dijo con confianza, sonriéndome.

Me ayudó a inclinarme hacia adelante y limpió las heridas de mi espalda, su tacto fue paciente y suave. Noté que tarareaba mientras trabajaba, ese sonido me calmó mientras respiraba para contener el dolor. Pero algo de lo que dijo me seguía rondando la cabeza.

—Estoy feliz de ser tu amigo, pequeña. Pero no deberías confiar tanto en la gente. No me conoces tan bien y si yo fuera otra persona, estarías en peligro. Creo que tu manada te ha enseñado bien esa lección.

—Si no confiara en nadie y me negara a ver lo mejor de la gente, hoy no estarías vivo —respondió, con una sonrisa desafiante.

Por mucho que me gustara un buen desafío, dejaría pasar su comentario. Tenía un trabajo que hacer, y andar jugando con una Omega no formaba parte del plan. Necesitaba concentrarme en sanar para poder irme. Aun así, una pequeña punzada de culpa me invadió cuando noté que se le bajaron los ánimos al ver mi indiferencia.

¿Por qué tenía el presentimiento de que esa pequeña Omega me iba a volver loco?
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