Carlos
La verdad me golpeó como un puñetazo físico mientras observaba a Marcos manipular otra situación más a su favor. Sus palabras cuidadosas, su tiempo preciso, la forma en que se posicionó para ser escuchado aquel día... porque eso fue lo que hizo. Ahora me daba cuenta.
Normalmente era muy cuidadoso para ocultar mi aura, para evitar abrumar a la gente. Pero estaba preocupado por Salvia, desconcentrado. Por supuesto que sintió mi presencia.
Era un idiota.
—¿Hasta ahora te das cuenta? —Gruñó mi bestia—. Ahora arréglalo.
Pero el orgullo hizo que mis pies pesaran mientras me dirigía al ala de sanación. El vínculo de compañeros pulsaba con el dolor de Salvia, ya no estaba oculto detrás de sonrisas alegres ahora que sabía que la estaba observando.
Ella no levantó la mirada cuando entré, aunque sus hombros se tensaron ligeramente.
—Mi Rey. ¿Necesita algo?
El tono formal me hirió profundamente.
—Salvia...
—Estoy bastante ocupada —continuó clasificando hierbas con movimientos precisos—. Si