Carlos
Los recuerdos me atormentaban mientras intentaba descansar: cada vez que ella me preguntó qué significaba para mí, cada oportunidad que tuve para decirle la verdad. La noche en la sala de entrenamiento cuando se entregó a mí con tanta confianza, las mañanas siguientes cuando me miraba como si yo hubiera colgado la luna en el cielo.
Todo mientras le ocultaba ese secreto.
—Ella es NUESTRA —rugió mi bestia—. Siempre ha sido nuestra. ¿Por qué lo ocultamos?
—Porque soy un idiota. —Le dije a la habitación vacía.
—Sí, lo eres. —Gerard apareció con informes sobre el ataque—. Pero un idiota que todavía puede arreglar esto.
—¿Cómo? —La palabra salió más desesperada de lo que pretendía—. No viste su cara, Gerard. No sentiste su dolor a través del vínculo.
—No, pero vi su cara cada vez que te alejabas en público, cada vez que mantenías la "distancia apropiada" mientras sabías exactamente lo que ella era para ti.
Sus palabras me hirieron profundamente porque eran ciertas. Pensé que estaba si