—Más de prisa, Addison.
—No. Mando yo.
Asciendo pero no tengo ocasión de descender, puesto que me tumba de espaldas sobre la cama y me sujeta las manos.
—Has perdido tu oportunidad, señorita —replica al tiempo que me penetra con decisión—. Ahora mando yo.
¡Bam!
Chillo y me abro de piernas.
¡Bam!
—¡Joder! —grito cuando noto que me llega al útero.
¡Bam!
—¡Nick!
—Has tentado la suerte, nena —gruñe sujetándome las muñecas con menos fuerza y embistiéndome una y otra y otra vez. Cierro los ojos—. ¡Mírame!
Obedezco del susto.
—Buena chica.
El sudor le cae a chorros de la cara y aterriza en mis mejillas. Tengo que agarrarme a él. Tengo que morderlo y arañarlo, pero estoy indefensa, como a él le gusta.
—¡Deja que te abrace! —grito intentando soltarme mientras él arremete contra mí.
—¿Quién manda?
—¡Tú, maldito controlador!
—¡Cuidado...
¡Bam!
—... con esa...
¡Bam!
—... puta...
¡Bam!
—... boca!
Grito.
—¡Joder! —chilla—. ¡Córrete para mí, Addison!
No puedo. Estoy intentando concentrarme en el org