—¡Lo siento! ¡No sé en qué estaba pensando! —Mentalmente, salto por encima de la barra y me meto en la papelera.
Tomás debe de haber notado la tensión, porque no tarda en desaparecer y dejarme a solas con Nick. Dejo el vaso sobre la barra. El delicioso cóctel ya no me sabe tan dulce.
—Eh. —Me hace bajar del taburete y me sienta en su regazo. Hundo la cara debajo de su barbilla. No puedo ni mirarlo. Pero qué tonta soy—. No pasa nada. No te atormentes, señorita. —Se echa a reír. A juzgar por su expresión facial, sí pasa algo. ¿O tal vez lo que le ha molestado ha sido que yo bebiera? Se echa hacia atrás para verme bien y me levanta la barbilla. Su mirada se suaviza.
—Deja de darle vueltas y bésame.
Obedezco y me agarro a su nuca para tenerlo más cerca. Me relajo por completo en sus brazos y me empapo de él, gimiendo de gusto en su boca. Noto que sonríe.
—Lo siento —vuelvo a repetir. Si es que soy una lerda.
—He dicho que ya está —me advierte—. No sé por qué te preocupas