Cuando entro en Almundo’s recorro con la mirada la cara de la gente que disfruta de su desayuno de domingo y veo a Lucas sentado en un rincón, con el rostro hundido en el periódico dominical. Cruzo el café a toda velocidad y me echo a sus brazos. Todo lo que ha pasado con Nick me tiene tensa y sensible.
—¡Pero bueno! —Se echa a reír—. ¿Es que te alegras de verme? Si apenas nos vimos ayer.
Me abraza a su vez mientras yo estoy totalmente encima de él. Estoy tan contenta de verlo que toda la anticipación, el estrés y la emoción de las últimas semanas vuelven a desbordarme.
—Oye, nada de eso —me regaña.
—Lo siento. —Aparto la cara de su pecho y me siento a su lado.
Me toma la mano.
—Sécate las lágrimas, anda —me sonríe—. Todo estará bien con Nick, o ¿es acaso que han vuelto a pelear?
Me seco las lágrimas y niego.
—No es así. Sera difícil, pero sabes lo que siento por él. Han sido unas semanas de mierda. Estoy bien, de veras.
—Él te ama también. Tienes que recuperar el tiempo