Noah es un hombre desconfiado y terco, se ve en la obligación de buscar una nueva niñera cuándo él y su empleada, tienen un accidente de auto, que la deja fuera del trabajo por un tiempo. Elizabeth, una mujer dulce, que ha sido malentendida durante los últimos meses y fue despedida injustamente, va al hospital al enterarse del accidente de su amiga y tiene un encuentro, poco agradable con el jefe de su amiga. ¿Qué sucederá cuándo estás dos personas se conozcan y les toque vivir bajo el mismo techo? Él necesitaba una niñera. Y ella necesitaba un empleo. ¿Qué podría salir mal si unimos a dos personas con secretos y mentiras?
Leer másObra registrada bajo el núemero: 2303113776069
Con fecha: 11/03/2023
Prohibida su reproducción total o parcial de ella.
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Tres meses después...
Londres-Inglaterra.
Era la decimoquinta vez que a Elizabeth la rechazaban en una entrevista de trabajo. Ya habían pasado tres meses de constantes llamadas y respuestas negativas a lo que ella buscaba. Pareciera que en su frente llevaba marcado con tinta roja «a todo el mundo menos a ella.»
Era difícil cada día tratar de conseguir algún nuevo empleo. Todo era muy cuesta arriba en estos tiempos. Se encontraba viviendo con su mejor amiga, pero las deudas tampoco se saldaban solas. Ella solo necesitaba una carta de recomendación, para volver a tener la vida que tanto añoraba.
Si tan solo el idiota de su exnovio no la hubiese expuesto de la manera en que lo hizo, su vida no sería un completo desastre, o eso es lo que ella imaginaba.
—¿Cómo pudiste hacernos esto, Elizabeth? Nosotros confiamos en ti y de esta manera nos pagas —su novio la señalaba con rostro molesto—. Te amaba… Eras mi preciosa novia, pero resultó que eras una vil ladrona.
—No… las cosas no son así. Tú me dijiste…
—¡Basta, de mentiras, Elizabeth! —la interrumpió, para gritar aún más fuerte, si eso era posible—. ¡Robaste el dinero de la empresa! ¡¿Y todavía tienes el descaro de decir que no?! ¡Estás despedida!
—Por favor, déjame explicar la situación…
—¡Largo y no vuelvas! Para siempre quedarás agradecida conmigo de que ahora no te denuncio por ladrona. Por el amor que un día te tuve te dejaré en libertad, pero no te aparezcas frente a mí nunca más. Tu existencia desaparécela y vive como una rata escondida. Piensa en todo lo malo que hiciste y ahórrale al mundo, gente como tú.
Pero su novio jamás le permitió decir una sola palabra en ningún momento. Elizabeth vivía sola y tenía algo de estabilidad económica. Era feliz y supuestamente, tenía un novio que la amaba, pero el muy desgraciado era un traicionero y mentiroso.
Él era solo apariencias y ella creía que era sincero, pero solo humillaciones y malos tratos, recibió por su parte. Él se lavó las manos y le echó la culpa de algo que no hizo. El amor que un día creyó tenerle, se esfumó tan rápido, como apareció su depresión. Entregó su departamento porque no podía pagarlo y pasó los peores meses de su vida. Ella era señalada en el mundo financiero como una ladrona y por esa razón, nadie quería contratarla. Había aplicado en todas las empresas grandes y pequeñas, pero por tres largos meses, su hoja de vida, había sido mal vista. Con tan solo llegar a un lugar, la aislaban o simplemente, la rechazaban.
Elizabeth se sentía una peste, ante los ojos de todos.
—Ladrona.
—Oh, pero si llegó la mujer de los pecados capitales.
—Llegó la innombrable.
Cada palabra se grababa en su mente y eran murmuradas siempre, que ella llegaba a una empresa. Estaba dolida por tales humillaciones y le afectaba tanto que no la dejaran explicarse y que, injustamente, fuera señalada. Ella se acostumbró a callarse las cosas y no decir nada por qué igualmente, nadie creía en sus palabras.
Una llamada de un número desconocido, la hizo salir de sus dolorosos recuerdos.
Llamada telefónica:
—¿Sí, buenas tardes? —contestó, saliendo de la empresa que la había rechazado, otra vez.
—Por favor, con la señorita Elizabeth Evans.
—Sí, ella habla.
—Le llamamos del hospital central. Queremos informarle que la señorita Jessica Carson, tuvo un accidente de auto y se encuentra malherida. Es necesario que venga, ya que usted aparece como familiar cercano de la joven.
—Muchas gracias, iré ahora mismo para allá.
Dio por terminada la llamada y con un nudo en la garganta, olvidó todo lo que hace rato le afectaba y se fue directo al hospital. Jess, su mejor amiga, no tenía a nadie más en Londres y le aterraba que le pudiera pasar algo malo.
***
Elizabeth estaba asustada porque no sabía nada de su amiga desde la mañana, pero pensaba que era normal por su trabajo. Sintió un alivio cuando cruzó las puertas del hospital, después de casi una hora de tráfico total. Tenía miedo por Jess porque no quería quedarse sola en esa ciudad tan grande. Ni siquiera había podido decirle a sus padres lo que ha estado viviendo en los últimos meses. Ellos confiaban en lo que su hija les decía y creían que le estaba yendo bien.
Elizabeth se sentía tan egoísta por ocultar tantas cosas, que su corazón le pesaba. Su mente estaba en las nebulosas mientras caminaba por el pasillo del hospital, que no se dio cuenta de que venía alguien, hasta que su hombro golpeó el pecho de un hombre.
—Oh, por Dios, lo siento mucho. No me fijé por donde caminaba —se disculpó rápidamente, su cartera cayó al suelo, haciéndola sentirse tan tonta, por no poder haberla agarrado bien.
El hombre con el que tropezó la ignoró completamente, ya que parecía tener una discusión bastante fuerte por su celular. Ella se arrodilló y empezó a recoger el desastre que había hecho por su cartera, y juró a los cielos que por primera vez en tres meses, solo quería sentarse a llorar.
Era un mal día para que el cierre de su cartera favorita no sirviera y otro mal día para la lista de cosas negativas en su mente. Miró fugazmente al hombre y se dio cuenta de lo guapo y alto que era. Tenía una apariencia fría y parecía de esos tipos rudos, que gritaban por donde fuera, que era peligroso.
Mordió su labio y regresó la vista al suelo para terminar de recoger su desastre.
—¡Es que el doctor acaba de decir que la niñera de Damian está muy malherida y estará de reposo por meses! ¿Acaso no lo entendiste cuando te lo dije hace tres minutos? Necesito a alguien para mañana a primera hora. ¡Necesito una niñera para mi hijo, Sebastian! O la consigues en unas horas, o te olvidas de tu trabajo…
Ella deseaba no tener que haber escuchado esa conversación, pero los gritos de ese hombre de traje azúl, se lo hicieron imposible. Lo último que tomó en sus manos fue su celular para levantarse del suelo y empezar la búsqueda de una enfermera, que le diera razones de su amiga.
Al iniciar su camino sintió la mirada de alguien, cosa que la hizo girarse y mirar hacia atrás. Para su sorpresa, era el hombre que la había ignorado minutos antes. Él, con una mirada fría, le da un asentimiento de cabeza, para después seguir con su discusión.
Elizabeth sintió un poco de empatía por un momento y creyó que ambos habían tenido un mal día.
Les habían robado la calma por un momento, pero antes de eso, nadie pudo negar que se odiaron, pelearon y sí, también se amaron. No fue un amor a primera vista y mucho menos uno de novela. Tuvieron algunas trabas, pero lograron al final, estar juntos.No esperaban tener una relación y mucho menos, formar una familia. Noah y Elizabeth eran tan diferentes, que al final del día, se complementaban. Además de Damian, ahora también estaba ella, que era quien lo hacía más humano. Dos meses después del encierro de Aurora, todos en la mansión, lograron respirar y darse cuenta de que ella, no iba a volver a salir de la cárcel. Elizabeth tenía cinco meses de embarazo y su bebé, no tenía ánimos de mostrarse ante los ecos. No había manera de lograr descubrir su sexo. Piernas cerradas, cada vez que su ginecóloga trataba de verlo. Damian y Noah, estaban seguros de que sería una niña, pero Elizabeth, presentía que sería otro niño. Su barriga no era muy grande y estaba arriba. Lo único de lo que es
La situación en el colegio fue completamente controlada por la gente de Noah. Ellos sabían que debían hacer con Aurora y Alexis. En el hospital estaba Noah recibiendo atención médica, después de negarse completamente, porque no quería separarse de Elizabeth, pero ambos, tenían que recibir ayuda. Él tuvo que recibir sutura, pero la suerte había estado de su lado. La bala entró y salió, sin hacer ningún tipo de daño. En el caso de Aurora, ella sí tenía daños en su cuerpo. No se culparía a Noah porque se tomó como defensa personal. Damian se encontraba con Gabriella, esperando a que su padre se sentara, Todo era una locura, pero el niño se estaba tranquilo. A diferencia de Noah, que no podía caminar de un lado al otro. —Noah... —el detective lo llamó—. Siento mucho venir en este momento, pero quería darte información sobre lo sucedido. —Claro, te escucho —las manos del castaño, no lograban estar tranquilas. Estaban llenas de la sangre de Elizabeth y su hijo. Su corazón dolía de so
La cuenta regresiva para todos ya estaba dada. Noah había escuchado la conversación, para cuando recibió la llamada de Aurora. Después de todo, era su hijo al que estaba lastimando. ¿Por qué ella no sentía remordimientos o dolor al verlo llorar? ¿Tan mal hombre y esposo había sido con ella? Noah tenía tantas preguntas, que le parecía inhumano, que justo una madre, atentara contra su hijo. Él entendía que podía haber hecho todo mal, pero era su sangre. Noah no podía soportar ver a su hijo con gripe, porque ese malestar apagaba a su amado hijo. Pero era increíble que Aurora no pudiera sentir nada. Tres años tenía Damian cuando ella fingió su muerte... —Noah, nosotros estaremos cerca. No creas que dejaremos que Elizabeth salga herida —le informaba Liam. —Era francotirador en el ejército, así que un movimiento pequeño lo notaré y daré de baja a quien me ordenes —intervino Ethan. Noah estaba agradecido de las personas que lo acompañaban, pero él solo quería sacar a su mujer y a sus h
Elizabeth estaba en silencio viendo como la persona que ella, una vez quiso, se había convertido en alguien tan repugnante. No podía entender o tal vez, no quería entender que ese sujeto, guardara tanta maldad.Ella no lloraba por más que así lo deseaba. Su orgullo, sus deseos de ver como ese hombre se hundía, no la dejaba respirar. Tenía tanto miedo de hacer algo y que Alexis tomara represalias contra Damian, que solo respiraba y tragaba.—Tengo hambre, Eliza —le susurraba Damian en el oído.No sabía cuánto tiempo había pasado desde que estaban encerrados en el salón, pero ella también tenía hambre. —Alexis, en uno de esos bolsos, hay unas galletas. Damian tiene hambre y...—¿Quieres que los busque? —se burló—. ¿Me estás pidiendo un favor ahora?—No. Solo que dejes que él vaya por sus galletas. Es pequeño todavía y no sabe aguantar lo suficiente —le explicó.Alexis tenía un bolso también, lleno de muchas cosas. Aurora le dijo que lo usara, pero se le había olvidado. Miró al niño y a
El mundo les sonreía a los dos, parecía que todo era un sueño en donde podrían vivir felices para siempre. Damian había regresado al colegio y Noah asistió a la entrevista, durante el último mes, aunque el trabajo se le había hecho imposible, su padre había decidido retirarse y con el compromiso de Elizabeth y él, la compañía pasaba a sus manos. Noah pasaba a ser el hombre más influyente e importante de Londres. Le llevó años, pero por fin, había logrado lo suyo. Su legado recién empezaba.—¿Cuándo te vas a Alemania? —le preguntaba a su amigo, que también debía asistir a la entrevista—. ¿No te parece que estás posponiendo demasiado la mudanza?Ian termina de acomodar su corbata, ya que a él le tocaban las sesiones de fotos.—Estoy en eso, Noah. Solo que no he encontrado algo en Alemania que me anime a ir —frunció el ceño, ante esa respuesta.—¿El dinero no te mueve a irte? —lo mira con sorpresa—. ¿Qué te retiene en Londres? Y no es que me incomoda, pero últimamente estás viniendo mu
Aunque era un evento familiar, Noah acostumbraba que sus empleados, disfrutaran el día. Se contrataba a otras personas, para que ellos tomaran un descanso y compartieran como familia. Esa había sido una tradición desde que Damian nació, solo que a su antigua mujer, por supuesto que no le gustaba.Damian no paraba de reír y estar feliz porque Elizabeth, su persona favorita después de su padre, si había ido a su cumpleaños. El pequeño estaba cumpliendo por fin seis años y estaba a solo pasos de la adultez.—Ya soy casi un adulto, papá. No necesitas tomar mi mano para yo subir al castillo inflable —se dirigió a Noah, que intentaba ayudarlo.—Claro, pero todavía no tienes altura para subirte. Eres un adulto pequeño y quiero ayudarte —su hijo lo miró serio.—Le diré a Elizabeth... Yo ya soy un adulto —dejó que lo subiera y se fue a disfrutar de su momento.Noah se acercó a su mujer y ambos veían la sonrisa de Damian. Él no podía creer que sería padre de nuevo. Nada más con imaginarlo, sent
Último capítulo