Capítulo 2. La propuesta.

Noah y Elizabeth se miraban como si fueran enemigos, se podría decir que, si era necesario, irían a la guerra para destrozarse mutuamente. Ella sentía rabia por lo que le había sucedido a su amiga y él estaba cabreado por la retahíla de cosas que le dijo, siendo inocente. Ambos se malentendieron y lamentablemente, para ellos ya no existía el momento de hacer las pases. 

Podría decirse que ambos eran muy tercos y solo llevaban de conocerse un minuto.

—¿Cuál es la propuesta? Jessica ya me ha dicho que no fuiste el causante del accidente —le comentaba la joven, sentada en la cama.

Soberbia, esas fueron las palabras que encontró a la perfección, Noah, para definir a Elizabeth.

—¿Y no me vas a pedir disculpas por el malentendido que hiciste? —le preguntó el castaño, y por más que ella quisiera hacerlo no podía, y se arrepentía de haber actuado de esa manera porque lo acusó igual que su exnovio lo hizo con ella.

—¿Cambiaría algo si yo lo hiciera? Además, tampoco te disculpaste por haberte tropezado conmigo —respondió enojada, nadie le creía a Elizabeth, solo su familia y su amiga. No había nada de lo que ella pudiera decir, que alguien se lo tomara en serio. 

—Lo hice cuando te vi. Pensaba que ya eso estaba en el pasado. En fin, Elizabeth. Soy una persona un poco ocupada, pero trato de estar presente en la vida de mi hijo. Damian tiene 5 años y era cuidado por Jessica, pero como verás, ella se encuentra en una situación que se lo impide. Quiero ofrecerte el trabajo como niñera de mi hijo. Será un trabajo de lunes a viernes y los días que tenga una reunión después de tu horario laboral, se te pagarán horas extras. Si tengo algún viaje por negocios, suelo llevarme a Damian, a menos que él esté en el colegio, pero siempre que viajo su niñera viene conmigo —y era cierto, Noah era una persona sobreprotectora con su hijo. Él sufrió demasiado cuando su esposa murió en un accidente de auto y no llevaba guardaespaldas.

Hasta el día de hoy se lamentaba que ella haya muerto.

—Quiero agradecerle la oportunidad que me ofrece, pero me temo que debo rechazar la propuesta —aunque sentía que el corazón se le iba a salir porque le estaba ofreciendo lo que ella necesitaba, Elizabeth, tuvo que rechazarlo. Ella recordó las palabras de su amiga cuando se quejaba de lo frío, despiadado y carácter de los mil demonios, que se gastaba ese hombre.

Ella necesitaba el trabajo, pero era muy esclavizante, según Jessica. Había escuchado con atención a Noah, pero simplemente, consideraba una opción para que le hiciera esa proposición. Quería liberarse de la demanda que le iba a poner por el accidente de su amiga y sí, ella sabía que él no era el culpable. Pero debía ser una mentira. Nadie en su sano juicio le ofrecería el empleo de una persona herida, a otra y mucho menos, si ambos estaban presentes.

O ese hombre estaba muy loco, o en serio necesitaba a una niñera, pero para la cabeza de Elizabeth, todo era una farsa.

—La verdad, es que no me estás dando alguna razón para rechazar lo que te estoy proponiendo. No es un mal empleo, Elizabeth. Piénsalo un poco más y no te apresures en darme una respuesta. Como dije anteriormente, escuché un poco la conversación con Jessica. Te daré alojamiento en mi casa y el dinero que desees para hacer el trabajo. Vacaciones pagadas y un día libre al mes, además de los fines de semana. La única condición es que debes responder a mi propuesta en unas horas porque debo volver a trabajar y no quiero dejar a Damian solo —cada palabra que salió de la boca de Noah, eran sinceras.

Le daría lo que fuera a esa mujer loca, con tal de que cuidara a su hijo. Tenía un poco más de un año trabajando con Jessica y había sido la única mujer que se había comportado decentemente frente a él. Pero por alguna razón, Elizabeth, se le parecía mucho a su accidentada empleada.

—Bien, lo pensaré esta noche y le daré una respuesta mañana si nos volvemos a ver —fue lo único que le pudo responder. 

—Entonces, nos estaremos viendo. Jessica, espero que te mejores pronto. Vendré cuando tenga un poco de espacio en la agenda. No te preocupes por nada y recupérate a tu tiempo. Elizabeth, a veces, solo debemos aceptar las cosas, nos gusten o no —y con esa última palabra, él salió de la habitación.

Damian ya debía estar en casa y en pijama porque pronto sería la hora de dormir. Noah decide llamar a su guardaespaldas, para presionarlo y dar con la persona involucrada en el accidente. Necesitaba respuestas y la investigación que se había iniciado, para él, iba muy lenta. Noah estaba agotado y solo quería volver a casa para estar con su hijo. Si Damian hubiese estado en el auto, el destino de Jessica hubiese sido el de su hijo. Maldijo internamente y se fue del hospital.

***

Por otro lado, Elizabeth estaba esperando con Jess, a que llegara el doctor, que le realizaría la cirugía a su amiga. En toda la noche, ninguna mencionó nada después de la partida de Noah, y aunque ella quería aceptar, había más razones para no hacerlo.

—Eli...

—No, Jess, dijiste que esperara la llamada de otra compañía —la interrumpió, para no escucharla decir algo, su celular sonó y un número familiar se reflejó en la pantalla.

Llamada telefónica.

—Al fin me atienden el celular. He estado todo el día detrás del rastro de ustedes, pero ninguna me ha dado la cara. Me es imposible poder verlas, pero no he recibido el pago del alquiler del mes y el plazo se venció hace algunas semanas. Si no recibo el dinero para mañana las voy a desalojar al caer la tarde —la voz fría del casero, hizo que la piel de Elizabeth se erizara.

—Pero subió el alquiler hace unos días. Nos informó muy tarde y apenas nosotras...

—Para mañana o, hay desalojo —el casero terminó la llamada, Elizabeth, como de costumbre, no pudo decir nada para intentar dialogar. Sus palabras siempre quedaban en el aire para todo el mundo. 

—¿Nos van a echar de casa? —la voz de Jess, estaba temblorosa y sí, ella estaría un tiempo en el hospital, pero sus padres necesitaban un lugar para quedarse mientras le hacían las terapias.

—Tenemos hasta mañana para poder pagar el alquiler. No voy a recibir mágicamente otra propuesta de trabajo y mucho menos me aceptarán en otra empresa —se lamentaba, queriendo llorar.

Hoy su día había sido el peor de todos. Desde que amaneció, hasta que la luna apareció. El rechazo del trabajo, el accidente de Jessica, tropezarse con Noah, la propuesta extraña y ahora, un posible desalojo. Elizabeth no podía dejar sin casa a su mejor amiga, que había estado pagando todo, hasta los gastos de su familia. La realidad la golpeó en la cara y la obligó a no ser exigente. Debía aceptar lo que tenía y hacerle frente, aunque no le gustara. Ella tenía miedo del trabajo de Noah, porque sabe que es un hombre muy reconocido e importante. Si él descubría que ella fue despedida por robarse el dinero de su antigua empresa, no le daría nada de lo que prometió esa noche y hasta podría ir a la cárcel.

Elizabeth tenía un nudo en la garganta y un dolor de cabeza muy fuerte. Ella aceptaría ser la niñera del hijo de Noah, pero tendría que esconder su identidad. No le diría quien es y si en algún momento le tocaba encontrarse con alguna de las personas que la acusó injustamente, intentaría defenderse, aun sabiendo que sus palabras ante la gente no tienen validez.

Ella no perdería la oportunidad de tomar el dinero que le estaba ofreciendo. Se proponía trabajar para él por un tiempo y desaparecer de su vida después. Por ahora o tal vez unos meses, Elizabeth sería la niñera del hijo de Noah. 

Además, ella tenía una hermana menor, con la que se llevaba bien y podía ser un factor fundamental, para tener una buena relación con su nuevo mini jefe.

—¿Lo harás? —su amiga le preguntó.

—Sí... —respondió con simpleza, tragándose las ganas de llorar.

Su jefe tenía cinco años, tal vez no muerda y esté vacunado contra la rabia.

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