Capítulo 3. La nueva niñera.

Una de las noches más largas había tenido Elizabeth, no solo por la cirugía de su mejor amiga, también por la decisión de tomar el empleo que el jefe de Jessica, le había ofrecido. El miedo pasaba a segundo plano, cuando la necesidad le estaba respirando en la nuca. La dirección de la compañía en la que trabajaba Noah, estaba ubicada en una de las mejores zonas de Londres. Justo ahí, ella se dio cuenta de lo imponente que sería ese nuevo trabajo.

Jessica le había dado algunas indicaciones de como llegar al lugar, ya que, era una zona que ni ella, ni su exnovio que era rico, o eso es lo que él creía, hubiesen podido pisar. Después de tomar una gran bocanada de aire y armarse de valor, decidida, lee una vez más el nombre de la empresa y entra en busca de Noah.

Cars Technology, era una de las compañías más importantes de Europa. Eran los principales creadores de los autos que se manejan solos. Muchas veces, su antiguo jefe quiso intentar ponerse en contacto con el presidente de la empresa, pero siempre fue rechazado porque no tenían la posición adecuada para poder entablar una relación laboral financiera.

Por supuesto que Elizabeth tenía miedo, sus manos sudaban y el corazón le palpitaba con rapidez, como el día anterior, cuando Noah le había ofrecido el trabajo. Ella necesitaba el dinero y era lo único que su mente repetía una y otra vez. Una amable secretaria la llevó a la oficina de Noah, cuando ella llegó al último piso. Por primera vez no la miraron mal y sí, él la estaba esperando.

Tres toques en la puerta y una respuesta de una voz gruesa, le indicaron que podían pasar. 

—Me alegra verte en la mañana de hoy —Noah señalaba el asiento frente a su escritorio. La secretaria se retira después de servirles jugo y Elizabeth solo podía intentar mantener sus nervios calmados.

—Lamento la demora, pero he venido debido a la propuesta de ayer. Lo he pensado un poco mejor y he decido tomar el trabajo como niñera —ella fue directo al grano, él escuchaba atentamente las palabras de Elizabeth. Noah no era un hombre que sonriera frente a otras personas que no fuera su hijo, pero le alegraba saber que ella estaba aceptando ser la niñera.

—Algo me decía que te vería aquí el día de hoy. El contrato está hecho y ha sido elaborado por mi abogado. Necesito tu documento de identificación para agregarlo y poder imprimirlo. De esa manera tendrá validez y podrás firmarlo —el cuerpo de Elizabeth se tensó, con solo escuchar lo que Noah le pedía, si ella entregaba ese documento y la buscaban por el sistema, saldría su nombre y la nota de su antigua empresa en donde había sido despedida por robar dinero.

Ella, guardando la calma, le da una sonrisa forzada para empezar a mentir.

Aparentemente, ahora, ese también sería su nuevo trabajo.

—No fui anoche a casa y lo he olvidado. Normalmente es Jessica la que se encarga de conseguir las cosas cuando las paso por alto, pero puedo ir ahora mismo a casa y buscarla. Está algo lejos, así que solo debe esperar un poco. De verdad, lo siento mucho... —ella esperaba que Noah creyera en sus palabras, sabía perfectamente la urgencia del hombre que tenía enfrente y jugaba con sus dedos mientras esperaba una respuesta. Rogaba a los cielos que, por primera vez, alguien confiara en lo que decía.

Aunque esta vez fuera una mentira.

—Bueno, no se puede hacer nada. Solo quería anotar tu nombre y apellido en el documento. Solo dímelos y así poder imprimir esto para que lo firmes —él la miró fijamente y no notó nada extraño en ella. Parecía completamente diferente a la loca que lo había enfrentado en el hospital el día anterior.

—Elizabeth Miller —no podía cambiar su nombre porque Jessica ya los había presentado, pero por lo menos, su apellido no lo diría. Solo esperaba que nadie la reconociera cuando la vieran y aunque no era famosa, con solo mencionarla sabrían la historia.

—Vale, entonces eso sería todo —lo vio teclear en su laptop y la impresora empezó a sonar, él se levantó a tomar los papeles y después de revisar una vez más, se los entregó.

—Me da un poco de vergüenza, pero para aceptar completamente el trabajo, ¿podría recibir el salario de mi primer mes? —tragó grueso después de hacer esa solicitud y aunque no esperaba que él aceptara, igualmente lo hizo.

—No veo problema. Le diré a mi secretaria que le dé un cheque con su salario. Ya después las transferencias las recibirás de mi cuenta personal. Como ya está todo en orden, hoy empiezas a trabajar como niñera. Se te dará un documento con toda la información de mi hijo. Debes estar muy alerta con sus alergias y gustos. Hoy iremos juntos a buscar a Damian al colegio. Te enseñaré el camino, para que después vayas tú sola —le informaba, mientras Elizabeth firmaba el contrato. 

—Vale, agregaré el camino a mi GPS —cuando ella alzó la vista, sintió un poco de temor, al verlo a los ojos. 

Ya no había vuelta atrás.

—Elizabeth, una cosa más. Mi hijo tiene cinco años, pero no es tonto. Así que, si llego a escuchar a Damian quejarse de ti, hasta ese día trabajas para nosotros. ¿Entendiste? —no quería causarle miedo a la nueva niñera, pero era necesario que supiera que lo único importante para él, era su hijo.

Elizabeth asintió y tragó grueso... solo serían unos meses.

***

Noah hizo que Elizabeth esperara hasta la hora de salida de Damian. Ella, desde el momento que firmó el contrato, se convirtió en propiedad de su hijo. Viviría por él y su seguridad sería primordial. Muchas veces se recriminaba por ser tan extremista, pero es que no había nadie más valioso que su hijo. Era pasado el mediodía y ya los dos estaban esperando a que la maestra saliera con el pequeño. El camino hacia el colegio fue bastante silencioso, Elizabeth se la pasó leyendo el documento con la información de Damian y por un momento se preguntó, cuándo podría ir a buscar su ropa.

—¡Papi, viniste! —Damian salió corriendo a abrazar a su padre, ya se había acostumbrado a verlo algunas veces en el día para comer juntos.

—Sí, campeón. Hoy almorzaremos en casa —Noah se agachó para recibir el abrazo de su hijo. El pequeño vio a la rubia parada al lado de su padre y rápidamente supo lo que ocurría.

—No la quiero. Ella es fea. ¡Quiero a Jess! —su mini jefe, la había rechazado. Noah se giró a ver a Elizabeth, que tenía cara de sorpresa por lo que su hijo había dicho. En ese momento él quiso reírse, pero se aguantó y se puso de pie.

—Jessica está enferma, Damian. Ahora Elizabeth estará cuidando de ti, hasta que se mejore —y como si eso hubiese sido un detonante, su pequeño hijo rompió en llanto, en todo el camino para subir al auto.

Elizabeth se sintió un poco mal por lo sucedido y vio como Noah se había incomodado, ella se sentó al lado de Damian y el musculoso padre, empezó a conducir para ir a casa. No tenía mucha experiencia cuidando niños, además de la de su hermana, cosa que tampoco fue una tarea fácil. Ella solo podía mirar al pequeño que le salían grandes lágrimas mientras hacía pucheros. Le pareció un niño adorable y sí, llorón igual que su hermana. Por esa razón, decidió ganarse su confianza. 

—¿Quieres que veamos cuántos autos de colores hay en la autopista? Oh, ya empezamos... Hmm, ese color creo que es verde —era el juego favorito de su hermana, y por lo menos intentaría hacerlo sentir bien. 

Elizabeth no quería seguir viéndolo llorar.

—Ese no es verde, era rojo —respondió el pequeño, dejando de llorar. Ella sintió alivio al verlo calmado y escuchó el carraspeo de Noah al volante. 

Lo había logrado y estaba feliz que esa equivocación de colores, lo hiciera estar tranquilo. Media hora después, mansiones que jamás en su vida pensó que podría ver, empezaron a aparecer frente a sus ojos. Kensington era el barrio más lujoso de todo Londres. Las mansiones parecían palacios con hectáreas muy grandes. Elizabeth sabía que Noah era una persona con dinero, pero esto le demostraba que ese hombre era muy rico.

—Hemos llegado a casa —les informa Noah, cuando le abre la puerta a Damian, el pequeño le da una mirada brillosa a Elizabeth, se baja del auto sin dirigirle la palabra y se va corriendo.

—Voy a tener que anotar en mi GPS este lugar también. ¿Puedo ir a mi casa a buscar mis cosas? No sabía que empezaría a trabajar y no tengo nada aquí conmigo —Noah se detiene y mira a la chica, era verdad. Aquí solo estaba preparada la habitación que ella usaría, pero eso sería todo.

—Bien, pero no te demores porque tengo que volver al trabajo. Gabriella es el ama de llaves. Cuando regreses pregunta por ella para que te dé tu almuerzo —dice y termina de entrar a su casa.

Elizabeth miró todo a su alrededor y le pareció un sueño. Podría decirse que es la cenicienta del palacio. No logra ver a los vecinos porque hay un jardín tan enorme, que le tomaría una hora si caminara hasta la entrada. Suspiró y después de recordar el brillo de los ojos en Damian, supo que había sido un éxito, su intento de hacerlo divertirse o llorar menos.

Pensó que fue algo pequeño, pero significativo, y se dio cuenta de lo mucho que se parecía a su padre. Ninguno de los dos mostraba sus verdaderos sentimientos.

Después de mucho tiempo, no fue una mala mañana.

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