NARRADOR:
El frío del suelo de hormigón se filtró a través del vestido de Nea. Su mente se había fragmentado en una miles de dagas afiladas: la imagen de Logan, inerte y sangrante; la imagen de Oliver, tan inocente, rodeado de esos hombres que podrian hacerle daño en cualquier momento.
El terror por su hijo era como un veneno paralizante.
Cooper se movió. Su mano se dirigió lentamente hacia la pistola que había caído.
—Ni se te ocurra, Cooper —siseó Anton a través de los altavoces. Su voz tenía el tono de un domador saboreando el miedo de la bestia —Cualquier movimiento, y el pequeño Oliver se queda sin padre... y sin valiente madre.
Cooper se detuvo, el rostro contraído por la furia impotente. La mujer en la celda se encogió contra la pared, observando el drama con los ojos muy abiertos.
Nea levantó las manos en señal de rendición, un gesto que le quemaba el alma. Doblegarse otra vez contra eran algo que pensó jamás hacer.
—Logan está vivo —dijo Nea, su voz tensa pero firme —Está