**Lyra**
El rugido del motor era lo único que llenaba el silencio.
Krimson pisó el acelerador sin mirar atrás. Yo tampoco lo hice.
Ava se nos unió apenas un minuto después de que Mikail desapareciera, saliendo de su escondite entre arbustos como una sombra astuta.
La abracé fuerte apenas la vi. Estaba viva y seguía con nosotros. A salvo.
No sabía cómo lo había logrado, pero Tharion nos había dado una oportunidad. Una salida. Un salvavidas.
Viajamos por horas, atravesando caminos polvorientos, perdiéndonos entre árboles que se volvían cada vez más altos y espesos.
Dejamos atrás Silverbane. La última línea del territorio quedó atrás como una cicatriz que ya no quería mirar.
Fue entonces, en un claro apartado, cuando un hombre alto, de rostro afilado y ojos grises, se plantó frente a nuestro vehículo con la seguridad de quien tiene poder de sobra.
—El Rey Lycan me envió —dijo, levantando las manos para demostrar que no traía armas—. Estoy aquí para llevarlos a un refugio seguro. Hay u