**Lyra**
Desperté con un sobresalto, con el corazón golpeando como un tambor desbocado en mi pecho y un sudor frío empapando mi nuca.
Tardé un momento en ubicarme. Ya no estaba en el salón escuchando cómo el Alfa se comprometía y elegía a otra Luna que no era yo.
Tampoco en el baño de aquella mansión, no había risas crueles, ni manos aferrándose a mi cuello, ni palabras venenosas susurradas con desprecio.
Estaba en una habitación blanca, limpia y cálida. Las sábanas eran suaves.
Una lámpara tenue iluminaba el rincón donde Krimson dormía en una silla, con los brazos cruzados y la cabeza ladeada.
Me pasé una mano por el rostro, temblando.
La gala… El vestido… Las risas… El silencio de Mikail…
Todo volvía como una marea amarga, tragándome de nuevo.
Tragué saliva, intentando no llorar, pero una lágrima traicionera escapó de mis pestañas.
Me la limpié rápido. No quería que Krimson me viera débil… otra vez.
—¿Pesadilla? —murmuró su voz ronca desde la silla, haciéndome girar la cabeza.
A