El agua fría caía sobre Hugo, mientras Iris lo observaba desde la puerta del baño, sintiendo una mezcla de preocupación y fascinación. A pesar de la situación incómoda, había algo en su vulnerabilidad que la cautivaba, algo que la hacía sentir conectada con él de una manera más profunda.

Hugo cerró los ojos por un momento, dejando que el agua le recorriera la piel, con la esperanza de que al menos eso lo ayudara a despejarse. Al abrirlos, vio a Iris mirándolo fijamente, y por un segundo, el ambiente entre ellos cambió.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Iris, su voz suave, casi como un susurro, como si no quisiera romper el momento.

Hugo la miró a los ojos, con la expresión más sincera que ella le había visto en todo el día.

—Sí… mucho mejor. Gracias, Iris.

Por un instante, la cercanía entre ambos se volvió casi palpable, pero Hugo, al notar la tensión, dio un paso atrás, buscando recuperar un poco de espacio. Aun así, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios.

—¿Sabe