Capítulo 50
El hombre se burló. —Nadie tiene que preocuparse por mi vida. Es mejor si estoy muerto. —Murmuró y comenzó a balancearse mientras estaba sentado al borde de la piscina.

Mis cejas se alzaron ante sus palabras. Había tanta tristeza detrás de su voz.

—¿Estabas intentando suicidarte? —Pregunté suavemente, y la espalda del hombre se puso rígida.

—¡Lárgate! —Me gritó, luego volvió a mirar fijamente la piscina.

Pero me acerqué y me senté a su lado. Parecía ser bastante mayor que yo y solitario. Además, no parecía haber nadie por aquí, buscándolo.

—No me corresponde decirlo, pero sea lo que sea por lo que hayas pasado, renunciar a tu vida por ello es la peor solución. —Comenté, y por el rabillo del ojo, lo vi resoplar con fastidio.

—No tienes idea de lo que he pasado. Tampoco tengo razones para vivir. —Respondió mientras miraba hacia adelante.

—No lo sé, pero puedo entender cómo se siente el dolor. Especialmente cuando aplasta por completo tu esperanza y te hace querer acabar con todo. Créem
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