El silencio se apoderó del lugar.
Ares no se movió. Solo alzó el rostro con la seguridad de quien sabe que no tiene nada que perder, porque su todo está en juego.
—Acepto. —Las espadas no se desenvainaron aún, pero los ojos de todos ardían en anticipación porque cuando dos alfas luchan por amor y poder… el mundo entero tiembla.
Los rumores no tardaron en esparcirse como fuego en un bosque seco.
“Los hermanos de Esparza se enfrentarán.”
“Un duelo a muerte por el trono.”
“El pasado contra el presente. La sangre contra la sangre.”
En cuestión de horas, los nombres de Ares y Logan eran invocados en susurros, en plegarias y en amenazas. Las manadas se organizaban con nerviosismo, los clanes antiguos despertaban rencores dormidos, y los vampiros, desde sus cavernas sombrías, afilaban los colmillos ante la promesa de caos.
Este no era un simple enfrentamiento, era una grieta, una fractura profunda en el equilibrio del mundo lycan y todos querían ver quién sangraría primero.
Isabel lo sintió