La mansión Volkov no dormía.
Aunque los pasillos estaban en penumbra, las sombras se movían con vida propia. Criadas susurraban entre sí, los lobos guardianes se mantenían inquietos, y los espejos encantados vibraban con imágenes que nadie había invocado.
En el Salón de los Ecos, los ancianos se reunían en privado. Varek hablaba en voz baja con Maelis y Nerissa, mientras Lyara se mantenía de pie, con los brazos cruzados y el rostro tenso.
—Kaeli ha despertado algo que no podemos ignorar —dijo Maelis—. Pero también ha desatado fuerzas que no controla.
—Y Selene no se quedará quieta —añadió Nerissa—. Elara ya se mueve en las sombras. Si se unen…
—No lo harán —interrumpió Lyara—. Selene no comparte poder. Y Elara no lo cede.
Varek se inclinó hacia ella.
—¿Y Daryan?
Lyara bajó la mirada.
—Daryan… está atrapado. Pero algo en él empieza a romperse.
*
En el ala este, Daryan caminaba solo por el corredor de los vitrales. La luz de la luna se filtraba en fragmentos irregulares, y su sombra par