Capítulo 47. Pasado Pisado
Me desperté con la rabia hirviéndome en la sangre. No podía quedarme en la misma casa que mi tía sin confrontar a Alejandro.
Le envié un mensaje de texto rápido:
"Nos vemos en el punto de siempre. En una hora."
No esperé su respuesta. Pedí un taxi y salí de la mansión. Me sentía como una fugitiva. Bajé cerca de la carretera, un lugar apartado donde nadie conocido nos vería.
Alejandro llegó en su coche diez minutos después, nervioso. Estacionó lejos. Me acerqué a él, y la furia me hizo temblar.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —le pregunté, sin dar tiempo a que me saludara.
—¿De qué hablas?
—¡De Eva! ¡De la escena que me montaron ayer! Estaban revolcándose en el recibidor, Alejandro. No soy tonta. Vi cómo se apartó de ti cuando yo llegué.
—¡Baja la voz! —me regañó él, mirando a su alrededor—. Nadie se estaba revolcando. Estábamos discutiendo sobre cosas sin importancia.
—¿Sin importancia con una bata de seda y coñac en la mano? ¿Cosas donde te estaba susurrando al oído que eres