Capítulo 22. Tu olor
Retrocedió muy despacio. Cerró los ojos, gimió y volvió a entrar. Jadee por segunda vez, lo que lo hizo detenerse.
—¿Quieres más? —me susurró, con voz áspera de deseo.
—Sí —alcancé a contestar.
Volvió a penetrarme y se detuvo.
Gemí y el placer recorría mi cuerpo. Lo deseaba.
—¿Una vez más? —preguntó.
—Sí —le supliqué, sin poder evitarlo.
Después, aún con la respiración agitada, caímos sobre la alfombra de piel de oveja, frente a la chimenea. Alejandro rió bajo, con risa incrédula y genuina.
—Dime que no soñé esto.
—Si lo soñaste, no me despiertes —susurré, escondiendo la cara en su cuello, sintiendo el latido de su corazón contra mi oído.
Él acarició mi cabello y se quedó unos segundos en silencio, como si quisiera grabar la escena en la memoria. El sonido de los grillos era el único testigo de nuestra felicidad.
—¿Sabes lo que más me gusta de estar aquí? —preguntó.
—¿Qué?
—Que nadie puede tocarnos. Nadie puede interrumpirnos.
—Eso crees tú —dije, divertida, sin querer romper la magia